Buenas tardes a todos los presentes.
Nos encontramos hoy aquí, en el salón de actos que ha crecido a la vez que nosotros, pasando de un gran telón de colores amarillos y granates a esta sala moderna y colorida, para despedir la etapa que, dicen, es la mejor de nuestras vidas. Hoy es un día importante para todos, y no solo por la fiesta que nos espera después.
La evolución de esta sala ha sido muy similar a la nuestra, dejando atrás los colores amarillos, como nuestro querido mandilón , o los granates, reflejados en el uniforme que nos acompañó durante más de 10 años ,para luego, a la vez que entrábamos en bachillerato, transformarse en una mezcla de colores en donde cada uno era libre de expresarse.
Durante este tiempo hemos compartido muchas cosas, yo por ejemplo cientos de clinex, otros habrán compartido bolis, que ,por cierto, nunca volverán a ver, pero desde luego todos nosotros hemos compartido experiencias, muchas risas , muchos gritos y muchos lloros que se convierten, con el paso del tiempo, en grandes recuerdos.
Y es que para eso estamos aquí, para hablar de recuerdos. Empezando por el primer día de clase. Entramos por una puerta , con nuestros mini uniformes y mini mandilones en un sitio que parecía gigante y que ahora parece que ha encogido (si no lo creeis, no tenéis más que pasaros por los baños con aquellas puertecitas azules, a lo mejor se os quitan las ganas de mear).
Pasamos a dentro con nuestro mini pie y a cada uno lo mandan a una clase, donde coincide con compañeros que le acompañarán durante los próximos años y que ,con suerte, se convertirán en grandes amigos.
Hoy recordamos los días de siestas entre las esterillas rojas y azules, el patio con un iglú, un tobogán y el famoso arco donde nos pasábamos los recreos colgados.
Las clases de lectura, la teacher, y el análisis morfológico con Fabiola. Los años donde no nos cortamos ni un pelo en hacer un poco de turisteo por el litoral, recorriendo numerosas playas como Cabanas o Sanxenxo en las que más de uno vio algo que aún no estaba preparado para ver. O el lujo que nos dimos de pasarnos por el interior, disfrutando de alguna que otra granja escuela en la que, sin duda, aprendimos a hacer pan.
Recordamos el sentimiento de entrar en la ESO, los primeros suspensos, la edad del pavo, el crecimiento personal… Las primeras tomas de contacto, para muchos, con el extranjero y con el inglés en Irlanda, y las estupendas horas que pasamos en Dublín, si, fueron horas.
Recordamos los nervios que teníamos a la vuelta de cada verano.
La novedad de 4º de la ESO, los amigos que hicimos ese año, la excursión a Madrid, que digamos que fue más que interesante.
Los problemas con los que tuvimos que lidiar y que comenzamos a entender cómo resolverlos.
Recordamos todos los momentos en los que vagueamos, y las noches que nos hemos pasado estudiando. Bachillerato, sin muchos de nuestros compañeros que habían decidido tomar otro rumbo en la vida. Y bachillerato en sí, dos años que nos han brindado horas de risas y llantos, sufrimiento agobio y ganas de llegar a este día que parecía inalcanzable.
Recordamos la última excursión que hicimos, Italia. Una excursión que dio para mucho, sobre todo dio paseos a menos nosecuantos grados, miles de helados y grandes y buenos recuerdos. Y también fotos con el gorro estilo ruso de Adrián.
Pero también es momento de decir adiós. Decimos adiós al que siempre nos hacía reír en clase, al que nos contagiaba su risa, al que nunca paraba de hablar, al que siempre daba la hora, al que siempre tenía clinex, a los que siempre ayudaban en cualquier cosa, a los que siempre llegaban tarde y nos deleitaban con un Padre Nuestro y Ave María que sonaba como música para nuestros acostumbrados oídos. Al que nunca venía a clase, a los que toqueteaban todo, al que nunca se enteraba de nada… Personas tan diferentes con las que hemos logrado convivir durante tanto tiempo. Grandes compañeros de los que hemos aprendido tanto, tal vez, sin darnos cuenta.
Pero también dejamos atrás a profesores que se han encargado de dejar grandes anécdotas a su paso. Como Antonio Varela y sus CEROPIOS; Jose Antonio y su frase temida por todos y de la cual pocos de los presentes se han librado; Personajes como Telmo y su navaja, las risas con María Dorado y su vida sentimental; Ángela y sus aaaal granoooo, Soraya con sus pelis, canciones y charlas de madre; Juan Pablo con sus : es que es tan bonito, es tan potente es brutaaal ( sin olvidar del momento en el que se cargó una puerta) ; Inés y sus charlas sobre lo que nos espera en la vida; Lupe, que más que una profesora es una confidente, una amiga que siempre que tienes un problema, tiene el consejo perfecto. Y Adrián , que nos ha acompañado durante 2 duros años y quién tanto viene un día cualquiera vestido de Napoleón como que te trae una escopeta a clase o te sienta en una silla y en 20 minutos consigue que cuando crees que no puedes más, cambies tu visión por completo. Él mismo se ha encargado de subirnos el ánimo con esos mensajes taaan largos que mandaba esporádicamente por el grupo de whatsapp y que, sin duda, nos hacía creer que segundo no era para tanto, y mientras tanto ahí nos encontrábamos, estudiando para su examen y debatiéndonos entre maldecirlo o estar agradecidos por haberle conocido
.
Dejamos atrás un curso duro, que parecía no acabar nunca o pasar muy rápido. Pero hemos llegado hasta aquí. No cabe duda de que ha sido gracias a la ayuda de todas las personas que nos han apoyado, pero también ha sido gracias a nuestro esfuerzo. Por que como bien dijo un gran amigo del profe de filo, somos seres en potencia y eso implica que aún nos queda mucho por demostrar. Sin duda lo haremos cuando por fin nos veamos las caras con la más que nombrada Selectividad.
Y hablando de caras, es momento de que os las miréis bien. Es la última vez que nos vamos a ver como compañeros.
Mirad hacia atrás, y veréis a vuestras familias que os han aguantado incluso cuando ni vosotros mismos lo haciais. Y a nuestros profesores, los cuales nos han visto crecer y seguramente hayan dado más por nosotros de lo que han recibido.
A partir de este momento cada uno escogerá un rumbo diferente, y quién sabe a dónde le llevará o a quiénes juntará en un futuro.
De lo que no tengo ninguna duda es que una casa siempre tiene las puertas abiertas para su familia, y este lugar se ha convertido en una casa a la cual siempre le estaré agradecida, a la cuál siempre echaré de menos y a la cual siempre tendré ganas de volver.
Porque, hemos tenido tiempo suficiente para preparar su despedida, pero quizás carecemos del atrevimiento necesario para hacerlo definitivamente.
Muchas gracias y disfrutad del resto del día.
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